Os Yereinchis era un rival peligroso. Un equipo joven y que se la jugaba para no quedar relegado en la lucha por la clasificación. Enfrentarse a La Tinto en esas circunstancias es complicado. Nadie lo quiere hacer. Pregúntenles a Ferroviarios, a Al Seko, a Xeneizes, a Loco Choche y cuántos más que han quedado quintos por esa simple razón.
Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii (léase como pitazo).
La Vino Tinto toca y toca. Entra al área, le pega de afuera. Las pelotas dan en el travesaño y en las entrañas del arquero. La Tinto sigue insistiendo. Hace circular a la caprichosa (con todas sus letras). Se temía lo peor. Los murmullos que generaba la hinchada eran el reflejo de lo que todos pensaban. Esas típicas tardes en que simplemente no entra, la pelota no quiere nada. Pero los murmullos se desvanecieron. Ahora era el silencio el que reinaba. En una pelota dividida, aprovechando el desorden general, vino un tiro de afuera del área que dejó sin reacción a Chanito Sáez. 0-1 y si antes del gol ya la situación no convencía, ahora podía venir la verdadera debacle.
El marcador era injusto, pero había que remar para adelante. Este equipo no sabe hacer otra cosa que eso último. Y esta tarde estaba para demostrarlo. Así fue. Salieron los goles y La Vino Tinto se fue 3-1 arriba en el primer tiempo. Con un regalito extra: expulsado un jugador de ellos. La charla fue áspera porque si nos relajábamos seguro que podíamos terminar complicando puntos.
Comenzado el ST otro jugador de ellos se fue a las duchas y ahora si que sí lo agradecíamos de sobremanera porque el nivel mostrado por La Tinto no era al que nos suele tener acostumbrados.
Fue el partido más fome en la ya milenaria historia del equipo. El más inexplicable también. Se jugó en cámara lenta y con un concurso de por medio: el que se pierde más goles gana. Todos quisieron concursar, pero Jeremy, Angelo, Coke y Canito se ganaron el premio por perderse la no despreciable cantidad de 20 goles cada uno. Este concurso estaba más peleado que el partido. Menos mal nos acordamos que de todas formas había que ganar, por eso, aunque se jugó mal y poco inspirados el 7-1 es una buena razón para seguir con la moral a tope.
Cosas para aplaudir:
1-. El gol de rabona del 10. Entre dos rivales sacó la jugada picando la pelota y metiéndose ésta en la esquina del palo más lejano al arquero. Un golazo (de otro partido) dedicado a los aburridos hinchas "borrachos del tablón", como el mismísimo autor del gol dijo. "La rabona es un defecto", dijo el Bichi Borghi alguna vez. Los hinchas del vino aplaudieron tal defecto.
2-. El gol de Joven Joaquín Sáez. Tiro libre ofensivo. Angelo toca a lado para que el arquero la clavara en el ángulo. Os Yereinchis no querían más. A esa altura tenían el culo irritado de tanto trequetreque.
3-. La reacción del equipo. Nunca caímos en la calentura del rival. Nos pegaron duro y calladitos respondimos con goles.
3-. La reacción del equipo. Nunca caímos en la calentura del rival. Nos pegaron duro y calladitos respondimos con goles.
4-. La hinchada. Recaudación total: diez hinchas. Notable.
5-. La cara de Canito Ríos después de haberse acostado a las 10 de la mañana.
La Vino Tinto sigue en la punta con 15 puntos. Invictos.